sábado, 17 de marzo de 2018

HISTORIA DE ESPAÑA A TRAVÉS DE SUS CIUDADES





“LA MICRO HISTORIA DE ESPAÑA DESDE LA COTA 70 DE MI ATALAYA
Pedro Taracena Gil

Trabajo de la asignatura: HISTORIA DE ESPAÑA A TRAVÉS DE SUS CIUDADES

 VISITA AL MUSEO DE SAN ISIDRO DE MADRID

I INTRODUCCIÓN
II LOS FÓSILES DEL MANZANARES 
III REGRESO A MIS ORÍGENES
IV VALORACIONES SUBJETIVAS






Fotos del Ábside de la Capilla del Obispo y la cúpula de San Andrés por P. T.


Uno de los rincones artísticos ocultos en Madrid es la rehabilitada Capilla del Obispo, de cuya existencia los propios madrileños no tienen conocimiento.
Se trata de una joya arquitectónica del gótico del siglo XVI, declarada Monumento Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural,  que ha estado cerrada durante más de 30 años durante los que se ha llevado a cabo una profunda reforma.
Abierta al culto y a las visitas del público desde 2012, la Capilla del Obispo la encuentras en la muy céntrica plaza de la Paja de Madrid, a espaldas de la iglesia de San Andrés, con la que conforma el conjunto monumental de San Andrés.
La Capilla del Obispo fue construida en el siglo XVI por Francisco de Vargas y Medina, privado de los Reyes Católicos, como capilla funeraria de los restos de San Isidro.

Sin embargo, el impulso definitivo fue dado por su hijo Gutierre de Vargas y Carvajal, obispo de Palencia, quien encargó su decoración interior, razón por lo que desde entonces se la conoció como la Capilla del Obispo.

I INTRODUCCIÓN

La visita de los alumnos de 4º curso de la Universidad de Mayores Rey Juan Carlos al Museo de San Isidro de Madrid, ha servido de pretexto para que una vez realizada la visita, cada cual pueda hacer un trabajo, relacionando las distintas secciones de la muestra con su propia historia personal, de España, de la ciudad donde habita o quizás del pueblo de origen.
Los alumnos de la asignatura LA HISTORIA DE ESPAÑA A TRAVÉS DE SUS CIUDADAES, disponíamos de información suficiente como para hacer un ensayo que presentara una valoración personal de la evolución del hombre, pero sobre todo contemplado desde nuestra propia atalaya.
En mi caso personal, he tenido la ocasión de mirar y observar a través de las vitrinas del museo, muchas de las secuencias de las cuales he sido testigo pasivo y en otras ocasiones protagonista activo. El haber vivido en La Campiña de Guadalajara en los años cincuenta, por ejemplo, Las Cosechas del campo, El Calendario Litúrgico, La Escuela Nacional y Las Fiestas Patronales, son fuentes de antropología y etnología de la evolución de nuestros pueblos. La Agricultura utilizaba los mismos aperos de labranza que los romanos. Y el cultivo de la vid y la obtención del vino, se llevaba a cabo al margen de cualquier atisbo enológico.
Otra oportunidad de relacionar las secuencias del museo sin salir de Madrid y sus alrededores, basta con seguir las huellas que los arqueólogos han encontrado en el margen del río Manzanares, donde quizás nos bañamos un día de verano. O también las distintas murallas que han limitado las distintas épocas de MATRICE, MAYRIT, MAGERIT, MAYDRYT y MADRID.

II LOS FÓSILES DEL MANZANARES 


San Pedro El Real La Paloma

Nuestra visita al Museo de San Isidro de Madrid, me ha dado pie  para hilar una serie de eventos y circunstancias que me han hecho percibir la evolución de su historia a través de los años. El guía del museo nos presentó  como punto de partida la fauna del Madrid de la época de los glaciales. Descubrimiento de fósiles al extraer arena del cauce del río Manzanares a su paso por Madrid en los años 1958-1959. En esta fecha, aunque yo había nacido en Madrid, regresé de un pueblo de la provincia de Guadalajara con 14 años. Coincide que a pocos metros del Museo de San Isidro se encuentra la calle del Humilladero y justo en el 22, me instalé para vivir en casa de unos parientes. En el mismo barrio de La Latina se ubica la iglesia de San Pedro El Real La Paloma.  En esta iglesia se da la coincidencia que es donde me bautizaron a los pocos días de nacer (*). Durante la visita nos explicaron el proceso de recuperación del edificio ligado a la historia de San Isidro Labrador que junto a La Virgen de la Paloma, se constituyen en patronos protectores de la Villa y Corte de Madrid. Las iglesias de referencia en aquella época pía fueron, además: El templo  de San Francisco el Grande, famoso por el Tedeum Laudamos que el dictador organizaba para celebrar sus fastos acontecimientos. San Andrés, famosa  iglesia que alberga la Capilla del Obispo, cuyo ábside se contempla desde el patio del museo. Pero nada más llegar a este barrio me vi envuelto en una gran polémica que años más tarde me hizo recordar el argumento de la zarzuela de la Gran Vía. Cuando los vecinos del centro de Madrid protestaron contra la Municipalidad por el proyecto de construir una Gran Vía que cruzara Madrid. En este caso los protagonistas eran los mercaderes de los puestos de la famosa Plaza de La Cebada, ubicada en la acera de la calle de Toledo. Porque la destrucción del vetusto mercado tenía los días contados.



Plaza de la Cebada


Recuerdo perfectamente que se trataba de una estructura metálica  de planta geométrica con una organización de los puestos que me hizo recordar años más tarde, al gran Mercado de la Boquería de Barcelona. Y más grande y de mayor belleza que el Mercado de San Miguel, recientemente restaurado situado al lado de la Plaza Mayor. Mis familiares disponían de puestos de frutas y verduras, de ajos cebollas y especies, y de carnicería y salchichería. En aquella época los afectados no entendieron la destrucción del legendario mercado y hoy yo mismo sigo sin entenderlo. Como ocurriera en París con la construcción de  Les Halles (1854-1866), en nuestra geografía las plazas en las que se ubicaban los mercados fueron testigos de nuevas estructuras que albergaron la actividad de  los mercados de la alimentación. Varios casos análogos se repitieron en el Mercado de la Cebada y en el de los Mostenses, y ambas se encargaron al arquitecto municipal Manuel Calvo y Pereira.
Al final de la visita al Museo de San Isidro, hice un breve apartado con el amable guía que nos lo había ensañado y le pregunté sobre si el Ayuntamiento de Madrid había hecho alguna investigación sobre el motivo objetivo de la destrucción de la antigua Plaza de la Cebada. Según sus informaciones no le consta que en ningún momento desde los años cincuenta, se hubiera cuestionado la decisión del entonces  alcalde de Madrid José Finat y Escribá de Romaní, Conde de Mayalde.

Mi apreciación personal de Wikipedia goza de un gran desprestigio, por no tener ningún apoyo científico, académico y tampoco el aval de ninguna firma que se haga cargo de su contenido. Pero por la ausencia de respuesta sobre la decisión de derrumbar La Plaza de la Cebada, acudí a esta fuente que respondía: Debido a problemas higiénicos el edificio se derribó en 1956, construyéndose en 1958 un mercado de aspecto más funcional. En principio no se puede sacrificar un edificio de esas características cuando la solución a la aparente insalubridad sea su destrucción. Y las dos fechas son falsas. Yo llegué a Madrid con 14 años en febrero de 1959, y viví en la calle del Humilladero durante los cursos 59-60 y 60-61. Las obras de derribo debieron de comenzar en el 61-62. 



Cuando llegamos a la exposición de los estratos y sedimentos excavados en Madrid, vinieron a mi mente unas excavaciones con otros objetivos pero en el cauce del Río Henares a su paso por La Campiña de Guadalajara. Cuando las vertederas hundían sus palas con mayor profundidad  arrastradas  por potentes tractores, descubrieron orzas de barro cocido con monedas y huellas de un poblado romano que se hallaba en las proximidades del Camino Real, que además ocultaba a su vez  una calzada romana.
La Campiña tiene una vega de regadío muy rica, donde se ha cultivado en su día: patatas, trigo, alfalfa y cebada. En la actualidad: maíz, girasol, lúpulo y en el margen del río innumerables choperas.



La grava sepultada a dos metros de profundidad

Desde siempre se ha extraído del río grava para la construcción. Es decir, cantos rodados de pequeño tamaño similar al que abunda en muchas de las playas del litoral Mediterráneo. Pero hace unos años ha surgido una nueva gravera a modo de yacimiento de este material.
Una vez mecanizado el campo y al profundizar más al roturar los barbechos, se descubrió que a unos dos metros de profundidad, se encontraba un fondo de grava de cantos rodados muy similares a los que se extraían del mismo cauce del río. Una vez hecha la prospección, se establecía un contrato con el propietario de la parcela en cuestión, que consistía en establecer una especie de indemnización para bloquear unos años las cosechas que no se iban a producir.
Unas potentes excavadoras retiraban la tierra fértil de la parcela hacia sus márgenes, dejando al descubierto la cantera de grava. Los cantos rodados ocultos desde tiempos inmemoriales quedan a disposición de los arqueólogos y las arqueólogas para ser datados. La cantera ubicada en sus cercanías acriba la materia prima obtenida y clasifica el tamaño de las diferentes categorías de grava. Una vez explotada la parcela y extinguido el contrato, la tierra fértil vuelve a su alojamiento primitivo habiendo bajado de nivel en unos dos metros.
Los cantos rodados abundan mucho en los márgenes del Río Henares. Los muros de la iglesia de San Pedro Apóstol están construidos con cantos rodados de tamaño mediano y cal. Sin embargo, la sublime torre se construyó con piedra de sillería.



Torre construida con piedra de sillería



Muros construidos con cantos rodados y argamasa de cal
Fotos: P.T.

III REGRESO A MIS ORÍGENES

Avanzando por las distintas estancias del museo, llamaron mi atención la evolución de las habilidades del hombre a través de las distintas épocas. Muchas de entre ellas me hicieron recordar mi vida y la de los demás niños de un pueblo de La Campiña de Guadalajara: La agricultura, la ganadería, la actividad en las casas de labor, los hornos del pan, los corrales y los huertos. Mientras los niños de las capitales compraban la leche en las lecherías y la carne, la fruta, y las verduras en las tiendas y mercados, en el pueblo todos los alimentos salvo el pescado, y los productos de ultramarinos, todos, eran de producción doméstica. La leche se compraba directamente en las vaquerías, casi al pie de la ubre de la vaca. Sabíamos cómo se elaboraba el pan hasta que lo comíamos todos los días. El pedernal que usaban nuestros ancestros como herramientas de corte, los niños de aquella época ya veían cómo clavaban piedras de pedernal sobre planchas de madera para así poder trillar y triturar los cereales, arrastrando los trillos por yuntas de mulas. Los utensilios y aperos de labranza eran de tracción animal o herramientas de uso manual: Los arados, las vertederas, las hoces, las horcas, las palas, los rastrillos, las guadañas y las zoquetas etc. También las máquinas aventadoras o arveladoras  según  localismos, accionadas por el brazo del hombre sustituían la acción del viento como única corriente de aire para separar el grano de la paja. No estamos hablando de la Época Romana y del Medievo, pero sí de los años 50 del siglo XX.
También ha traído a mi memoria el cultivo de la vid y la obtención del vino. Supe lo que era podar e injertar vides. Vendimiar y obtener el vino en el lagar. Sí,  materialmente descalzos pisando los racimos de uvas para obtener el mosto. Las innumerables tinajas de todos los tamaños ubicadas en profundas y largas bodegas, dan testimonio de que en este pueblo se cosechaba vino, al menos para consumo de todas las familias. No había enólogos, una tradición secular proporcionaba buenos caldos a la población. En aquellas épocas para uso exclusivo de los hombres…
Una de mis primeras aficiones fue el modelado del barro, con masa de muy buena calidad que había en los tejares del pueblo. Éramos dos amigos los que teníamos esta dijéramos vocación por la alfarería. Nuestra atención era modelar toda la imaginería que la iglesia de San Pedro Apóstol tenía en sus altares. Aunque no escapó a nuestras destrezas el alzado de vasos y jarrones con el sistema de ir poniendo churros de barro hasta crear la pared curva de la pieza. Eso sí, todo lo hicimos en crudo. Improvisamos en un pajar una hilera de nichos, socavados sobre una de sus paredes de tierra y adobe… Esta osadía nos valió una reprimenda de nuestros padres y tíos. Sobre una pared de tierra prensada y adobe solo se puede enfoscar con cemento y cal y jamás hacer un agujero… Tuvo que pasar mucho tiempo para que un alfarero de Alba de Tormes, me cediera su torno para tratar de dar forma de orza a una pella de arcilla que se me escapaba de entre las manos como pez deseando su libertad…




Foto: Andrés Guillermo Díaz Lathiere

Al mismo tiempo que el generoso y bien preparado guía del Museo de San Isidro, nos mostraba las maravillas de la cerámica ancestral, recordaba la colección de piezas que aún conservo en la casa centenaria del pueblo. Salvando las infinitas distancias, me satisface valorar aquellas obras realizadas con los más primitivos de los recursos.
La profesora nos amplió la explicación de la cochura de la carne, revolucionando no solamente la nutrición sino sus consecuencias para la selección de los individuos. Recordé que en mis innumerables viajes por motivos de trabajo, los alimentos que pude tomar eran mucho más apetitosos, cuanto más natural era su elaboración: Cochinillo de Segovia a la brasa. Chuletón donostiarra sobre ascuas. Besugo sobre leña candente en Oria. En Catalunya  las alcachofas a la brasa y calsotadas  hechas sobre la brasa y servidas en tejas de barro muy calientes.

IV VALORACIONES SUBJETIVAS



Panorámica de uno de los mosaicos expuestos

Cada historia personal comprende una ínfima parte de la Historia, con mayúscula, contada en primera persona. Los eventos y los hitos vividos dependerán de varios factores. Los posos que hayan dejado nuestra propia experiencia, dependerá, no solamente de la cantidad y variedad de los acontecimientos vividos, sino más bien de las sensaciones y emociones compartidas conscientemente.
Observando desde nuestra propia atalaya, situados en la segunda década del siglo XXI, el programa de esta asignatura nos permite ubicarnos  cada cual en el punto de partida de nuestro nacimiento, y entonces es fácil observar que somos el producto del legado de nuestros ancestros, situados tanto en los pueblos remotos como en las grandes urbes. Las grandes diferencias entre el mundo rural y campesino, y la vida en las poblaciones industrializadas, donde impera el bullicio comercial, en estas últimas décadas se han igualado. Y el progreso ha establecido una especie de vasos comunicantes, donde la pobreza no es exclusiva de los pueblos más retrasados, ni tampoco la riqueza y la opulencia sea patrimonio de las ciudades. El universo de las comunicaciones a través de Internet y Las Redes Sociales ha globalizado nuestra vida social, política, económica y familiar.
Todos estos logros de la humanidad no pueden obviar que la Prehistoria y las Eras del Bronce, del Hierro, del Fuego, de la Rueda, etc., dejen de ser esenciales para haber llegado a nuestros días. Aquellas personas que la vida nos situó en un pueblo donde estaban presentes los oficios más arcaicos, comprendemos y valoramos mejor la evolución de la humanidad en la segunda mitad del siglo XX y los años transcurridos del siglo XXI.
Es verdad que la arqueología se presenta, quizás, un poco árida a la hora de no tener la respuesta a muchos de los interrogantes que presenta la falta de lenguaje escrito u otras huellas sin identificar por los sabios. Pero es muy confortable para un amante del teatro de todas las épocas, conocer las características del teatro en el Siglo de Oro, en el Corral de las Comedias de Almagro. O bien asistir a una representación de una obra de teatro griego  o romano, en un anfiteatro como el de Mérida. Con la puesta en escena de los coros y el papel que desempeñaban las máscaras en las comedias y las tragedias.
La arqueología nos hacer reflexionar sobre el hecho religioso sobre todo en los ritos y santuarios funerarios. Nos hace comprender cómo el ser humano le ha preocupado mucho la transcendencia. La muerte supone un tránsito porque rechazamos volver a la nada, sin más.



Claustro del Museo de San Isidro

La reconstrucción del edificio debía de cumplir dos requisitos insalvables: La visibilidad de la cúpula de San Andrés y del ábside de la Capilla del Obispo. Posicionados en el patio interior.


Cúpula de San Andrés


                                                                                
                                                                          Ábside de la Capilla del Obispo


CRÓNICAS DE MI PUEBLO I
CRÓNICAS DE MI PUEBLO II

INSTITUCIÓN SINDICAL VIRGEN DE LA PALOMA

BLOG ALUMNOS UNIVERSIDAD DE MAYORES REY JUAN CARLOS
https://alumnosuniveridadreyjuancarlos.blogspot.com.es/2018/03/historia-de-espana-traves-de-sus.html

CAPILLA DEL OBISPO


GALERÍA DE IMÁGENES DE LA VETUSTA PLAZA DE LA CEBADA




















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