MANUELA CARMENA



En estos días en los cuales MANUELA CARMENA es insultada, calumniada y vilipendiada, esta página tiene como objetivo dejar al descubierto la catadura moral de muchos de los franquistas del Partido Popular, que están implicados en un linchamiento contra todos aquellos que denunciamos sus perversas políticas. Ninguno de ellos, incluyendo al torpe, terco y parco Rajoy, franquistas negacionistas del genocidio y hacedores de crímenes, aunque éstos sean legales, se salvan de esta lapidación indecente contra la decencia impecable de la inminente Alcaldesa de Madrid. 

Pedro Taracena Gil



HEMEROTECA EL MUNDO

UNA HISTORIA DE AMOR BAJO EL FRANQUISMO

Jesús Aguirre, duque de Alba, casó a Manuela Carmena en 1967

  • "Quisimos que nos casara en nombre de los hombres y no de Dios", dice su marido a LOC

  • Once años después, Jesús Aguirre conoció a la duquesa de alba y se casó con ella

  • Leira tiene un buen recuerdo de Aguirre, que era sacerdote en la Complutense entonces

  • Manuela y Eduardo tuvieron dos hijos: Eva, directora de casting, y Manuel, arquitecto


Manuela Carmena y Eduiardo Leira fueron casados por Jesús Aguirre en...

Manuela Carmena y Eduardo Leira fueron casados por Jesús Aguirre en agosto de 1967 en Madrid. ÁLBUM FAMILIAR
JAVIER NEGRE

Manuela Carmena (71 años) ha guardado un secreto bajo llave durante toda la campaña. Una historia que sólo conocen sus más allegados. Un episodio que ha podido mantener al margen de ese striptease mediático al que se ha visto sometida tras dar la campanada el pasado domingo. Sus inesperados resultados electorales (sólo un concejal por detrás del PP de Esperanza Aguirre, que le podría convertir en alcaldesa de Madrid) multiplicaron el interés por su figura y los datos más importantes de su vida comenzaron a correr como la pólvora. Todos salvo uno. La identidad del sacerdote jesuita que ofició su boda religiosa con el arquitecto Eduardo Leira en 1967. Su nombre les resultará familiar: Jesús Aguirre. Su título nobiliario aún más: duque de Alba.



Manuela estaba embarazada cuando ocurrió la matanza de Atocha, el bufete donde trabajaba
En aquellos tiempos, Aguirre era el cura de la Ciudad Universitaria de Madrid. Allí fue precisamente donde Manuela y Eduardo se conocieron. Corría el año 64. La futura jueza era la delegada de los estudiantes de la facultad de Derecho de la Universidad Complutense y Eduardo era el representante de los alumnos de Arquitectura. Eran de la misma quinta. Ambos formaban parte del Sindicato Español Universitario (SEU), controlado por el régimen franquista, pero soñaban con crear el Sindicato Democrático de Estudiantes. «Éramos los cachorros del régimen, ganábamos siempre las elecciones en el sindicato oficial, pero queríamos uno independiente, uno libre», recuerda Leira a LOC. En la construcción de ese sueño imposible surgió el amor. Sin embargo, aquel objetivo común les distanciaría. La puesta en marcha de ese proyecto provocó que un año después las autoridades universitarias les expulsasen de la Universidad por alterar «el orden».

"UN HOTELUCHO"

Manuela tuvo que acabar sus estudios en Valencia y Eduardo en Barcelona. Comenzaron a llevar la relación a distancia. Y no había Skype. Ni Whatsapp. Ni bla bla car. Era Eduardo quien más la visitaba en la capital del Turia. Querían pasar las noches juntos, pero los hoteles les exigían por aquel entonces un libro de familia. Sólo aceptaban matrimonios o familias. Sin embargo, encontraron «un hotelucho» en el centro de Valencia donde les dejaron dormir en pecado. «Hicieron la vista gorda», recuerda. Este alojamiento se encontraba a escasos metros del hostal donde los padres de Eduardo se hospedaron durante la guerra civil. Su progenitor era funcionario de una de las instituciones de la II República y cuando el gobierno se trasladó a Valencia con el estallido del conflicto bélico se tuvieron que buscar un acomodo rápido. «Mi padre trabajaba en el Instituto Nacional de Previsión, el antecedente de la Seguridad Social. Mientras encontraban piso se quedaron en ese hostal», explica Eduardo sobre su padre, que tras la victoria del bando nacional pensó en exiliarse al extranjero. Finalmente no lo hizo y siguió trabajando en la misma institución que sobrevivió al cambio de régimen. Él era socialista.
Manuela terminó la carrera antes que Eduardo y se mudó en el 66 a Barcelona junto a su amado. No compartieron piso. «Cada uno estábamos en una pensión diferente y nos buscábamos la vida para estar juntos», cuenta. Manuela comenzó a trabajar en un conocido despacho mientras que su pareja finalizaba sus estudios. Al año siguiente decidieron casarse. No hubo ni pedida de mano. Ellos querían hacerlo en Madrid y por lo civil. Era una osadía en aquellos tiempos y la bronca en casa estuvo servida. «Discutimos con nuestras familias. Nos dijeron que teníamos que casarnos por la Iglesia», explica Eduardo, que guardaba una excelente relación con sus suegros.
«El padre de Manuela tenía dos tiendas de ropa en Madrid donde vendía productos de cuero. Su madre no trabajaba», cuenta. La relación de Manuela con la madre de Eduardo era aún más estrecha. «Se hicieron muy amigas y Manuela lo pasó mal cuando falleció hace cinco años, a un mes de cumplir los 100».
Los familiares de ambos, alertados ante las intenciones laicas de sus hijos, les pidieron que se reuniesen con el padre Aguirre, el cura de la Iglesia de la Ciudad Universitaria. Con él tenían cierta relación y sería la persona que les convenció para pasar por vicaría.

UNA BLUSA DE LUNARES

«Nos recibió con una blusa de lunares atada a la cintura y nos dijo que intentar casarse en la España de aquel momento por lo civil era un disparate. Que era un lío tremendo porque teníamos que apostatar, renunciar a nuestra fe cristiana porque estábamos bautizados. Nos pidió que viésemos la boda religiosa como un mero trámite. Nos dijo: no hagáis el tonto. Finalmente aceptamos que fuese el árbitro de nuestra boda a cambio de una condición: que en vez de casarnos en nombre de Dios lo hiciese en nombre de los hombres», rememora.
Contrajeron matrimonio en Madrid un caluroso día de agosto en una Iglesia cercana a Cuatro Caminos. La ceremonia duró apenas 5 minutos. Sólo se dieron cita los familiares. Eduardo echó en falta a su padre. Había muerto de una embolia la Semana Santa anterior cuando se encontraba haciendo turismo en París. El padre Aguirre les casó «en nombre de los hombres» como le había reclamado la pareja. Dos años después, este cura abandonó el ministerio sacerdotal y pasó a dirigir la editorial Taurus. En 1977 fue nombrado director general de Música del Ministerio de Cultura y un año después conoció a Cayetana Fitz-James Stuart, la duquesa de Alba, en la casa de los duques de Arión. Tardaron sólo cuatro meses en contraer matrimonio en la capilla privada del Palacio de Liria. El padrino de la novia fue Carlos Martínez de Irujo, su hijo mayor. En mayo de 2001, Aguirre falleció de una embolia pulmonar. «Le guardamos un grato recuerdo», afirma Eduardo, que rememora cómo no organizaron ni convite familiar tras la ceremonia religiosa.
Su plan fue más castizo. Los novios se fueron a pasar el día a la Dehesa de la Villa donde se juntaron con varios amigos y se tomaron un par de vinos. Ese mismo día cogieron el coche y se marcharon a Barcelona. De allí partieron hacia Ibiza. Comenzaba su luna de miel y elegían un destino que por aquellos años no era tan popular. «Somos pioneros a la hora de elegir Ibiza. Por aquel entonces, la isla no era nada», cuenta.
Alquilaron un humilde apartamento en unas de las playas más bonitas de Ibiza. Por aquel entonces, no estaban plagadas de 'beach clubs'. Eran casi vírgenes. Su primer año de matrimonio lo pasaron en Barcelona. Eduardo tenía que acabar la carrera y Manuela decidió montar un pequeño despacho. Le iba a bien, pero tuvo que poner rumbo a Madrid siguiendo a su esposo. Éste no había hecho el servicio militar y tras finalizar sus estudios tuvo que hacerlo. «Era por sorteo. Me tocó Madrid, pero me podría haber tocado África», aclara.

SU PRIMERA HIJA, EVA

Un año después de su llegada a Madrid, la pareja tuvo a su primera hija, Eva Leira, actualmente una de las directoras de casting más reputadas del cine español. Ella fue, por ejemplo, la responsable de elenco del mayor éxito del cine español 'Ocho apellidos vascos'.
Al poco tiempo de dar a luz, Manuela comenzó a trabajar en un bufete de la calle De la Cruz. Su marido recibía la noticia de que le habían concedido una beca Fulbright para estudiar en la universidad californiana de Berkeley y Manuela le animó a saltar el charco.
Un año después de su marcha, en el 72, fundaba el despacho de laboralistas de Atocha en el que cuatro de sus compañeros y un sindicalista fueron tiroteados cinco años después por terroristas de la extrema derecha. Ella se salvó por puro azar, pues aquel día tenía pensado estar en el bufete. Sin embargo, un compañero le pidió a última hora un intercambio de despacho para una importante reunión. Ese cambio no sólo le salvaría la vida a ella. Estaba embarazada de un mes.
En septiembre de ese mismo año daría a luz a Manuel, su hijo arquitecto y una de las personas que más le animaron a liderar Ahora Madrid, una candidatura de unidad popular auspiciada por Podemos. Manu quería que fuese la Ada Colau de Madrid y sabía que tenía muchas opciones de dar la batalla a Esperanza Aguirre. Y lo hizo hasta el punto de que un eventual respaldo del PSOE le podría convertir en la nueva Tierno Galván. Una utopía hace tan sólo dos semanas. Sólo un extraño movimiento del socialista Antonio Miguel Carmona podría alejar a Eduardo Leira de convertirse en el nuevo damo del Palacio de Cibeles. «Estoy muy feliz. Vivo la nueva etapa con mucha curiosidad y expectación», confiesa Leira, completamente asombrado por el efecto Carmena.


No hay comentarios:

Publicar un comentario