lunes, 19 de febrero de 2018

CONOCER LA HISTORIA DE ESPAÑA


Pedro Taracena Gil
Periodista
Isidoro Gracia
Exdiputado



“Profeso que lo que ciertos cuitados han dado en llamar la anti-España, no es sino otra cara de la misma España que nos une a todos con nuestras fecundas adversidades mutuas.”
Miguel de Unamuno

“Paz, piedad, perdón.”
Manuel Azaña


DEBATE:

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE CONOCER LA HISTORIA DE ESPAÑA?

Por Pedro Taracena Gil

Esta pregunta formulada a un español del siglo XXI que haya conocido con cercanía la España de la República, la Guerra Civil, la Dictadura, la Transición y la Post- Transición, se convierte en ardua tarea. ¿Por qué? Porque la Historia de España en su versión oficial ha sido y sigue siendo contada por los vencedores.
No obstante, la unidad nacional conseguida con la victoria del que fue Caudillo de España por la Gracia de Dios, según consta en las monedas de la época, ha saltado por los aires. Sobre todo en aquello que concierne a narrar la Historia de España a través de 17 Españas. Algunas de ellas renegando del nombre, la lengua, la bandera, el himno y hasta de la Monarquía, bajo el techo legal de  España.
Las llamadas comunidades históricas aceptan de mala gana la unidad de la nación impuesta por la Constitución de la única patria, España. Es preciso constatar que el concepto patria y nación, como exclusivas y excluyentes, no abandonan  su condición de ser sentimientos y emociones, y como tales pertenecen a lo íntimo y personal. La misma Constitución en su preámbulo habla de “La Nación española…” Pero cuando tiene que constatar una base jurídica habla de que: “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho…”
Sin pretender contar la Historia de España en su enésima versión oficial u oficiosa, hay hechos constatables que justifican para algunos y para otros todo lo contrario, que los acontecimientos, quizás, deberían de haber tomado otros derroteros. Sin embargo hay otra pregunta que un español se puede formular, llevado por la invitación que la Constitución le dice que: “La Justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados”.


Por ejemplo hay intelectuales profesionales del Derecho y gentes con sentido común, que ante esta sanción constitucional se formulan la siguiente cuestión:

 ¿Con qué legitimidad el Estado español lleva a los tribunales a los secesionistas, cuando ha dejado impune un genocidio y una dictadura que como tal carecía de legitimidad y que cometió crímenes de lesa humanidad?

Es verdad que el Régimen del 78 tiene respuesta legal a estos planteamientos,  pero el resultado es que la reconciliación entre los ciudadanos que vivimos en España, no se ha conseguido. El enfrentamiento fratricida aún sigue latente y supura mucho odio. La convivencia, la concordia, el respeto, el perdón y el diálogo, entran en conflicto con la legalidad, la legitimidad, la libertad y la justicia. Los políticos han dejado el trabajo a los jueces y los jueces no pueden resolver los conflictos en el universo de las emociones. La sociedad española se ha perpetuado como una sociedad caínica. Donde Caín y Abel dividen familias y la ausencia de concordia es patente.




HECHOS HISTÓRICOS DIFÍCILES DE REBATIR

1.       Proclamación de la República en 1931 y su duración hasta 1939.
2.      Golpe de Estado en 1936: El general Franco obtiene el apoyo de la Oligarquía económica, la Iglesia, el Ejército, los Caciques y Falange Española y de las JONS,  versión española del fascismo italiano. Se le denominó Alzamiento Nacional.
3.      Guerra Civil 1936-1939. Bando Republicano contra Bando Nacional. Se le denominó Cruzada de Liberación Nacional.
4.      El general Franco es exaltado a la Jefatura del Estado y nombrado Caudillo de España y Generalísimo de los Ejércitos. Se crea el  Movimiento Nacional que integra a los victoriosos de la contienda. Se declara como Estado Confesional, estableciendo el nacionalcatolicismo. El nuevo régimen es una dictadura militarista integradora de fascistas de Falange Española y eclesiásticos, donde el Derecho Canónico era ley civil y los prelados ocupaban escaño en Las Cortes Generales.
5.      Franco estable que España siga siendo un Reino y nombra un Consejo del Reino. Cuyo Consejo del Reino al morir el dictador, se estableció como Consejo de Regencia para administrar la sede vacante hasta la coronación del nuevo Rey.
6.      El objetivo que mantenían los golpistas que ayudaron a Franco al  derrocar la República, era que los Borbones volvieran a ocupar el Trono de España. Con esta restauración o instauración monárquica la oligarquía, el ejército, la Iglesia y los Caciques, volverían a reinar en España. Y así fue hasta nuestros días del siglo XXI
7.      En 1975 muere en cama de muerte natural el sátrapa y como estaba escrito, se corona al nieto del último Rey de España, Juan Carlos I.
8.     En 1976 Adolfo Suárez propone a Las Cortes Generales una reforma política que restablezca el Estado de Derecho, ausente desde 1939. Coloca de rondón la Monarquía para que el pueblo, engañado, vote democracia y monarquía en el mismo paquete.
9.      En 1977 Las Cortes Generales, franquistas, decretan la Ley de la Amnistía, que trata por igual a los verdugos y a su victimas. Dejando impune el Genocidio Franquista y los Crímenes de la Dictadura.
10.  El decálogo de la ignominia se cierra con la Constitución de 1978, tutelada por los mismos que dieron el golpe contra la República. Es decir: la Oligarquía Financiera, el Oligopolio Energético, el Ejército, la Iglesia, los Caciques de nuevo cuño, la Banca y la Gran Patronal. Una constitución burguesa donde la economía de mercado marca las pautas para seguir explotando al trabajador. 




 PUNTOS DE VISTA PARA EL DEBATE

Es evidente que la reconciliación entre los españoles es una quimera. El tiempo y la torpeza de la Transición, lejos de cerrar heridas, han provocados que aún estén sangrantes. Al igual que la nación y la patria son emociones y sentimientos, la lengua materna tiene un irrenunciable componente emocional. La ausencia de reconciliación deja patente otras emociones, como son el odio, el rencor, la desunión y la desconfianza.
Es cierto que se insulta gratuitamente a quienes no comulgan con las ideas propias con el vocablo fascista. Pero también es cierto que el franquismo no ha desaparecido en la era constitucional. Si el franquismo no se condena y se permite hacer auténtica apología de sus crímenes, estas conductas negacioncitas provocan más discordia, entre los herederos de los vencedores y los herederos de los vencidos.
El decálogo de la ignominia marca claramente las dos o más Españas, las dos o  más Cataluñas y las demás sensibilidades nacionales, patrióticas y políticas. Con estas premisas no se puede pretender que haya una nación, una patria, una bandera, un himno, una lengua o una única sensibilidad de forma de estado. Es un signo de hipocresía compararnos con países que estos temas ya lo tienen solucionados desde hace muchos años: Francia, Portugal, Italia, EEUU, etc. Por otro lado Bélgica o Gran Bretaña, son países con problemas de secesionismo pero mantienen la valentía de abordarlo democráticamente.




Las autoridades del Régimen del 78 mantienen un auténtico celo con el Sentimiento Religioso, el Agravio a los Símbolos Nacionales, el Respeto por las Víctimas del Terrorismo de ETA y por la Incitación al Odio. Todo con mayúsculas porque es de vital importancia para el Estado. Es evidente que estas consignas están establecidas por los vencedores. Por el Nacionalismo Vencedor. Y por las reminiscencias del franquismo enarbolando su impunidad.
Es evidente que si estas normas se despojan del nacional catolicismo y del neo-franquismo,  la libertad de expresión se homologaría con un concepto  laico. No es de sentido común que los símbolos que no dejan de ser cosas materiales, tengan igual protección moral que los seres humanos. El himno nacional, el concepto patria, la bandera, las imágenes religiosas, el significado de todos ellos no afectan directamente a nadie en particular. El hacer una caricatura de Mahoma o del mismo Cristo, tienen el mismo valor inocuo que otorgar la medalla  al mérito policial a la Virgen María, en un país aconfesional.
El agrupamiento de las víctimas de ETA, de los GAL, del Franquismo, del Acoso Escolar, del Machismo en todas sus formas, sin duda, la condena de todos estos delitos, uniría más y estaríamos más cerca de la reconciliación. De otra manera las víctimas siguen siendo de 1ª, 2ª,3ª…




¿SE PUEDE O SE DEBE CUESTIONAR LA FUNCIÓN DE ÁRBITRO DEL REY DE ESPAÑA Y LA POLÍTICA DEL GOBIERNO DEL PARTIDO POPULAR?

1.       El Rey Emérito Juan Carlos I juró los Principios del Movimiento que  legalizaba su condición de Rey. De dudoso origen y legitimidad dinástica.
2.      El Rey Felipe VI tampoco ha condenado la dictadura; homologándose con las fuerzas que tuvieron el mismo origen que la legitimidad de su augusto padre. Franco designó Juan Carlos I y Fraga ministro de la dictadura creó Alianza Popular en el mismo seno del franquismo, que luego pasó a denominarse Partido Popular.
3.       El Rey y el triunvirato constitucional no están interesados en desatar lo que quedó atado y bien atado en la Constitución tutelada del 78.  Felipe VI es natural y comprensible que abrace el testamento de Franco: ESPAÑA UNA GRANDE Y LIBRE. La cuestión secesionista supone un jaque al rey, y un hipotético referéndum para decidir, un jaque mate a la Corona.
4.      No podemos rasgarnos las vestiduras porque ante la amenaza secesionista, el Rey inclinara su balanza del mismo lado que el Partido Popular (Neo-Franquismo). Pero hubiera sido un Rey de “todos” los españoles si se hubiera decantado por un arbitraje activo obligando a “todos” a dialogar y negociar las reformas urgentes y necesarias en nuestra ya desfasada Carta Magna. Sin embargo Felipe VI ha confundido la Constitución Española con el Credo de Nicea.
5.      Así las cosas, los políticos han apostado por adorar la Constitución Española como si fuera un Becerro de Oro. Es el nuevo Mesías Salvador. Al igual que el dogma nos salva, su articulado traerá la concordia a los españoles. Sobre todo el artículo 155.
6.      No es difícil saber qué es lo que España no puede soportar por más tiempo. Mejor dicho son los españoles los que no debemos soportar más… Unos Medios de Comunicación impostores del periodismo, corrompidos por el  corporativismo y con total ausencia de autocrítica,  constituyen el nuevo NODO que se encarga de la propaganda del Régimen del 78.
7.      No hay separación de poderes. La política está judicializada y la justicia politizada. Con demasiadas influencias machistas, franquistas y del nacional-catolicismo. El Fiscal General del Estado es el Fiscal General del Gobierno, sin duda. El bipartidismo tergiversó el artículo 124 de la Constitución.
8.     La corrupción sistémica y generalizada ha convertido al Partido Popular en una auténtica banda para delinquir. Nos desgobierna una mafia criminal. M. Rajoy está como cobrador de sobres en B en la misma relación que otros procesados. Pero el Fiscal jamás podrá procesar a su jefe. El Rey es inviolable y el Gobierno también.
9.      El Gobierno del PP ha cometido crímenes de varias naturalezas: Crímenes por su corrupción negada hasta límites infinitos. Su política es la gran mentira apuntalada de embustes. Y luego crímenes directos contra la población. Es decir, crímenes legales a las órdenes, no lo dudemos, de la augusta Merkel. Su política de recortes ha provocado: Paro, desigualdad, hambre, pobreza infantil, pobreza energética, éxodo de investigadores, emigración de la juventud, abandono de los dependientes, muertes prematuras por falta de medicamentos…
10.   La política española está instalada en la vida en la mentira. Como escribe Vaclav Havel en su libro El poder de los sin poder. En Rey y los constitucionalistas está defendiendo la Constitución para salvar la unidad de España como si fuera un bien a proteger, y no han defendido los derechos constitucionales de los ciudadanos, ante las agresiones de los mercados. Qué credibilidad tiene Rajoy y sus secuaces cuando ahora defienden la Constitución machacando y humillando a un pueblo con el artículo 155,  y vienen tanto el PSOE como el PP de cometer crímenes legales con los recortes y las reformas laborales, los unos y los otros y la reforma constitucional del PPSOE al dictado del BCE.



Observación: El autor de este trabajo ha preferido situar el debate en un campo de girasoles, para que las imágenes de la Historia no distorsionen la reflexión. P.Taracena


ÁLBUM DEL FRANQUISMO

















































 







Editor: Pedro Taracena Gil


SOBRE LA FIEBRE DE LA BÚSQUEDA DE SÍMBOLOS E IDENTIDADES

  
Por Isidoro Gracia
Ante el penúltimo acto de auto identificación nacionalista, bendecido por el propio presidente del Gobierno, recupero mi reflexión personal, cuya primera versión tiene  tres lustros                  .
Mantenía Aristóteles, y otros grandes pensadores, que para estudiar y fijar una idea abstracta era necesaria una imagen. La ciencia social que Aristóteles desarrollo, hace 2.400 años, es aún hoy la herramienta más avanzada del que disponemos los humanos, para controlar unas sociedades en las que las ciencias aplicadas,  que nos han aportado tecnologías capaces de destruir, varias veces, el mundo que habitamos, dicho con muchos matices lo de controlar. Aún cuando hay aportaciones importantes, a mí me gustan la aportaciones de pensadores que me son próximos,  como Ortega y Gasset, sus prólogos a la “Rebelión de las Masas” fueron premonitorios para entender el devenir del proyecto Europa, o las de Victoria Camps en “Virtudes Públicas”, para afrontar en presente siglo desde una ética personal, pero parece evidente que existe la necesidad de una evolución rápida que modernice e implante de forma general un potente útil ético social.
Desde el respeto hacia los que tienen necesidad para confirmar su identidad mediante vínculos convencionales, tan básicos como los símbolos (para las religiones y los nacionalismos son parte indispensable), yo me encuentro entre los que sostenemos que esa atadura atávica es algo a superar, desde la razón, ya que desde los sentimientos primarios que desatan no es posible.

Algunos no necesitamos para sentirnos, gallegos, españoles, europeos y ciudadanos del mundo, simultáneamente, más que nuestra voluntad y un modesto conocimiento de la historia. Es más, creemos que las banderas, himnos, escudos, signos y demás simbología son respetables, si sirven para unir voluntades y forjar convivencia, y absolutamente prescindibles si se utilizan para la división y el enfrentamiento.

Quizá algo ingenuamente, entendemos que las lenguas, los idiomas, son instrumentos de comunicación, y que su uso como elemento de imposición de culturas es algo rechazable, tanto si los que así los utilizan lo hacen desde una mayoría, como si se hace desde una minoría, lo que aún es peor.

Lo que sirve para identificarnos y distinguirnos de los demás tiene que estar supeditado al bien común; los derechos individuales y colectivos deben de aplicarse a las personas, antes que  a los territorios, y para diferenciarse es preferible, antes que un signo físico, una condición humana, como por ejemplo la condición de quien vive de su trabajo diferencia a la mayoría de los humanos, de la condición de la minoría que vive de explotar y manipular a los otros.

Con la misma autoridad, como mínimo, con que algunos confrontan en base a haber nacido (siempre casualmente) en un territorio, se puede afirmar que no es más gallego, catalán, alemán o guineano quien nace, que aquel que voluntariamente quiere serlo.

La organización como tribu, en que esos atavismos eran imprescindibles, fue superada hace mucho tiempo  por naciones y estados, donde han seguido siendo importantes pero que han permitido reducir, que no eliminar, su necesidad para mantener la cohesión, mediante un contrato social basado en la defensa de intereses comunes y derechos universales. Volver al primer plano como principal herramienta, de relación con los vecinos, el puro sentimiento, y que eso sea alabado y puesto como ejemplo por dirigentes de sociedades modernas, no parece que sea algo bueno para superar las dificultades de convivencia. En España deberíamos tener muy en cuenta como han radicalizado los nacionalismos periféricos los sentimientos, hasta convertirlos en religión, para oscurecer incluso  la legítima defensa de intereses y derechos de los ciudadanos a su cargo, y resulta difícilmente entendible que quienes están obligados a la defensa de los intereses y derechos generales, caigan en el error de entrar en ese juego ajeno a cualquier solución razonable para los problemas que sufrimos.