miércoles, 22 de marzo de 2017

¿EL FIN DEL SOCIALISMO?

Poe L. de Guereñu Polán



No me refiero al socialismo como sistema de ideas políticas, como modelo de sociedad, como utopía..., sino al socialismo "real", es decir, al que aspira en cada país a gobernar y dirigir hacia la solidaridad a los estados. ¿Donde están ahora los Bruno Kreisky, Billy Brandt, Olof Palme, François Miterrand y otros grandes líderes como han sido? ¿Donde los Jaurés, Blum, Besteiro, Matteotti y otros que han sido? No existen. El socialismo, en la actualidad, carece de liderazgos en el sentido moral de la palabra. Puede tener candidatos que se disputan estas o aquellas elecciones, estos o aquellos puestos, pero no tienen ideas, ni aportan nada a un movimiento socialista muerto. Basta con entrar en la página de la Internacional Socialista para comprobarlo: casi nada de lo que allí se dice se pone en práctica en los países donde los socialistas gobiernan o tienen responsabilidades parciales.

El papel que jugó el socialismo en los siglos XIX y XX ya no existe; ya porque la nueva estructura de clases ha puesto a los partidos socialistas fuera de juego, ya porque el mundo comunista ha dejado a muchos socialistas sin referente (los comunistas también son socialistas de ideas) ya porque el capitalismo se ha adaptado de forma extraordinaria para desarmar a los sindicatos y quitarles su principal clientela, los obreros de la industria y del campo (este último dejado a su suerte en las sociedades modernas). Los partidos socialistas jugaron un importantísimo papel tras la segunda guerra mundial, fortalecieron a los sindicatos, propusieron el "estado del bienestar", lo pusieron en marcha, allegaron recursos a los poderes públicos, hicieron la escuela pública con los partidos republicanos de izquierdas, laicos y demócrata cristianos avanzados; extendieron la sanidad a todos, consolidaron la paz, apoyaron a los movimientos populares en América y otras regiones del planeta... pero terminaron por abrazar el capitalismo sin oferta de recambio.

El capitalismo -lo sabemos bien- no tiene hoy alternativa a los ojos de nadie, pero ello no significa que haya que aceptarlo sin más. Puede combatírsele, denunciar sus contradicciones, proponer medidas coyunturales que, poco a poco, lo vayan desnaturalizando, abriendo huecos en un mundo dominando por los grandes dueños del dinero y entregado sin freno a la globalización. 

Los partidos socialistas están hoy descuartizados en toda Europa, cuna de tantas cosas que han se han irradiado al resto del mundo. Aquí tienen que formar gobierno con la derecha (Alemania), allí con otros tres o cuatro partidos cada cual menos representativo de una sociedad compleja y plural (Italia, Holanda, Bélgica...), en España entregado a disputas estériles y en manos de descerebrados al por mayor... Los partidos socialistas -lo digo a mi pesar- no jugarán ya nunca el papel que tuvieron en el mundo y en las sociedades, han agotado su ciclo histórico y deben repensarse o se diluirán en el torbellino de la historia.

La extrema derecha con herencias del fascismo más claro (ahora se le llama populismo) campa por sus respetos en las democracias construidas por los socialistas; en Rusia se capitanea el más descarado apoyo a gobiernos despóticos y xenófobos; en China se hacen negocios de la mano de las grandes mafias acogidas a un régimen corrompido hasta la médula. En América latina los populismos se han vuelto a abrir camino (como antes con Perón y otros "outsiders" de la política). En Europa los "Cinco Estrellas" y "Podemos" han robado los votos que antes permitían a los partidos socialistas hacer sus políticas, apoyados en grandes compromisos sociales. 

Los partidos socialistas, reducidos hoy a la mínima expresión (véase el caso griego), camino de ello en otros países, no tienen ideas, no son decididos en materia de inmigración, energía nuclear, laicismo, lucha contra la corrupción, defensa del medio ambiente... y tantos otros temas de importantísima actualidad. Se da cabida a personajillos que aspiran al medro personal, que no respetan la disciplina en los parlamentos, que no tienen ya el sentido de solidaridad que caracterizara al movimiento socialista. Corbyn en Gran Bretaña es un ejemplo de indisciplina e incoherencia, por más que haya que considerarle méritos incuestionables; Valls y Renzi ¿Qué son? ¿Que han sido? Derrotados a la primera de cambio en las elecciones primarias de sus respectivos países. Sustituidos por tecnócratas que se hacen llamar "socioliberales" (¡manda güevos!). Partidos socialistas que han claudicado del papel que el Estado ha de jugar en la economía, dejando a las empresas privadas, a los bancos, a las mafias y a los especuladores que regulen los mercados, que dicten sus normas, que despojen a los más necesitados del aire para respirar...

Me dispongo a no renunciar a los ideales del socialismo, por más que no haya hoy quien sea capaz de recoger tanta tradición, tanto esfuerzo, tantas nuevas ideas como genera la sociedad civil en los campos de la ciencia, la cultura, los derechos humanos y la juventud. Hoy ofertan mucho más los que actúan en profesiones, en ONGs, en agrupaciones informales, en los barrios, en el día a día, en los cenáculos de uno y otro signo, que los dirigentes políticos, autofagocitados en formas y maneras más propias del surrealismo y la ensoñación.

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domingo, 5 de marzo de 2017

PAÍSES PROTESTANTES RICOS Y CATÓLICOS POBRES





América del Norte es protestante y rica y la del Sur católica y pobre. En Europa, con sus matices, ocurre igual. Incluso en el Hemisferio Sur; compara Australia con Filipinas. Si consultas la lista de los diez países del mundo con mayor renta per cápita, los diez con mayor bienestar social, los diez más democráticos, los diez más transparentes o los diez menos corruptos, verás que siete u ocho son protestantes. El protestantismo genera libertad y prosperidad. Veamos ahora por qué:

1) Educación. Con la Reforma Protestante del siglo XVI, el teólogo Martín Lutero planteó la necesidad de que la gente leyera la Biblia, y para ello se tuvo que hacer una gran campaña de alfabetización para instruir a un pueblo inculto. Pero en los países católicos con que el cura supiera leer ya era más que suficiente. Así, en el siglo XVIII en Inglaterra y Holanda la alfabetización alcanzaba ya al 70% de la población, mientras que en España o Portugal no llegaba ni siquiera al 10%.

2) Ciencia. Los países reformados, volcados en la lectura la Biblia, empezaron a interesarse por el estudio del mundo, de la naturaleza y de las estrellas, inspirados sin duda por libros como Génesis, Salmos y otros textos sacros. No es de extrañar que en estas naciones comenzaran a surgir científicos como setas. Pero en los países del sur de Europa la Inquisición quemaba en mitad de la plaza a los científicos por herejes y usaba sus trabajos para engrosar su catálogo de libros prohibidos.

3) Mentira. Para los protestantes la mentira es un pecado muy grave ya que se cita en los Diez Mandamientos junto al homicidio, el adulterio o el robo. Así, en Alemania, un político suele dimitir si se demuestra que ha mentido. En Estados Unidos puedes ir a prisión si entregas un cheque sin fondos. Pero en los países católicos, como Italia o Malta, es un pecado venial, un pecadillo, por tanto la mentira inunda la política, la administración y las finanzas y no puedes confiar en nadie.

4) Robo. En los países reformados se entendió claramente que el robo era muy grave, que todos los hombres eran iguales y que por tanto la propiedad privada era un derecho inalienable de todos los hombres, pero en los países de la Contrarreforma, mucho más apegados al Antiguo Régimen, la propiedad privada era un privilegio de la Corona, la nobleza y la Iglesia Católica. No en vano el comunismo triunfó en la católica Cuba. Nadie habría apoyado a Fidel Castro en Canadá.

5) Ética en el trabajo. Mientras que en los países católicos el trabajo es un castigo de Dios -al ser expulsado Adán del paraíso- y los oficios manuales tienen menos prestigio que los intelectuales, en los protestantes el trabajo no es malo: de hecho, Adán ya trabajaba en el Huerto del Edén (Génesis 2:15); ser barrendero es tan digno como ser cirujano y trabajar con excelencia y de forma ética también es una forma de honrar al Señor. Max Weber lo resumió: trabajo, ahorro y esfuerzo.

6) Capitalismo. Para la Iglesia Católica la riqueza es un estigma y la pobreza un signo de humildad y sencillez. El protestantismo, por su parte, entiende que el problema no es el dinero en sí sino el amor al dinero (1 Timoteo 6:10) y que de hecho ser rico no es incompatible con ser un buen creyente; ahí están los casos de José, Moisés, Daniel o Job, entre otros.  No es casualidad que el capitalismo, la banca y los negocios hayan alcanzado sus máxima expresión en los países de la Reforma.


7) Democracia. En las naciones protestantes se apostó  por la libertad y la democracia, y por una separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Destaca Suiza, con su envidiable democracia directa. Por contra, los países del sur de Europa y las repúblicas iberoamericanas se ahogaron en un sinfín de monarquías absolutistas, fascismos, guerras civiles y golpes de estado que las condenaron a la pobreza y el atraso. El Vaticano es aún hoy la última teocracia de Europa.

8) Separación de iglesia-estado. Mientras que en las naciones protestantes se buscó dividir los poderes para que se contrapesen, la Iglesia Católica trata hasta la fecha de que el poder civil se someta al religioso. Así, Holanda pronto permitió la libertad de culto, en Escandinavia se desarrolló el parlamentarismo y Estados Unidos nació como un estado laico. En cambio, hasta hace muy poco en España se paseaba a Francisco Franco bajo palio y aún hoy en México manda el señor obispo.

9) Imperio de la ley. Para el teólogo Juan Calvino la ley -es decir, la Biblia– tenía la primacía pero para los católicos la primacía recaía en una institución (la Iglesia Católica), fuera de la cual no hay salvación y que era la encargada de interpretar la Biblia. Para la Reforma todos los ciudadanos son iguales, mientras que para la Iglesia Católica no sólo todos no eran iguales, sino que había incluso algunos que estaban dispensados de cumplir la ley (por ejemplo, con las famosas bulas).

10) Valores bíblicos. En resumen, las naciones protestantes se han inclinado por los principios bíblicos y las católicas por tradiciones humanas, muchas de las cuales no sólo son extrabíblicas sino incluso abiertamente antibíblicas. Es el contraste entre los valores del Libro versus los valores de ritos, procesiones e imágenes. Es la bendición que comporta para un pueblo apegarse a la Palabra versus la miseria, la hecatombe y la desolación que siempre aguardan fuera de Dios.


Post Scriptum:
Los países católicos son en general pobres y los pocos que son ricos constituyen la excepción que confirma la regla. Y, curiosamente, son los menos católicos de todos. Así pues, Irlanda, Bélgica, Luxemburgo, Liechtenstein o Austria son países muy desarrollados pero lo son gracias a la influencia de los protestantes estados vecinos. Igualmente, Francia o Mónaco son ricos en gran medida porque la Revolución Francesa y el laicismo limitaron mucho el poder de la Iglesia Católica allí.