lunes, 16 de diciembre de 2013

RAÍCES CORTADAS


Pieza teatral de Jerónimo López Mozo


Representación en el Ateneo de Madrid

En esta época el conservadurismo político siembra por todas partes el negacionismo más vergonzoso del genocidio español, ocurrido en la reciente Historia de España. La puesta en escena de este texto es oportuna y reivindicativa, que nos hace reflexionar sobre nuestra tragedia colectiva y personal. Execrable olvido de la Memoria Histórica por parte de los vencedores y también de los vencidos, que siendo víctimas del golpe de estado perpetrado contra la República, se avinieron al consenso de la Transición; amordazando al pueblo y dejando impune los crímenes franquistas.
Abordar este periodo histórico es ardua tarea, porque la equidistancia entre vencedores y vencidos, entre verdugos y víctimas, supone un equilibrio imposible de mantener. Hay que exponer los hechos y dejar el análisis a cada cual y su conciencia, porque los hechos son irrefutables. En este sentido el autor de esta pieza teatral pone en escena a los personajes en permanente diálogo con su álter ego y con su pasado. No creo que haya sido fácil para el director montar en un mismo escenario secuencias distantes en el tiempo; narrando una historia colectiva y al mismo tiempo personal.
Noventa minutos desgranados sobre un sinfín de diálogos; expresando críticas, declaraciones, descalificaciones y reproches, cargados de ideología política. Podríamos pensar que el autor ha presentado el relato del desencuentro de dos mujeres: Victoria Kent y Clara Campoamor. La presentación, nudo y desenlace de este episodio tiene lugar guardando un paralelismo con la proclamación de la República, su desarrollo constitucional, conflictiva decadencia y desaparición por el golpe militar. Mientras, en el transcurso de la representación los seis personajes van describiendo los valores republicanos preñados de libertad; reivindicando la igualdad entre el hombre y la mujer ante el sufragio universal. En el ocaso de su vida se atisba la reconciliación entre estas dos mujeres, después de vivir el exilio y dictadura. Al final de la obra añoran su época de diputadas pero ya no discrepan sobre los valores republicanos incorporados a la Constitución en la era democrática.
Como espectador he sido gratamente sorprendido con la interpretación de  las cuatro actrices. Los cuatro personajes solapan los plano del pasado con el presente, manteniendo diálogos cruzados donde la historia es capaz de modular los puntos de vista aunque los criterios sigan firmes. El grupo teatral LA CACHARRERÍA ha brillado con luz propia en el Ateneo de Madrid.

Pedro Taracena
Fotógrafo y periodista